miércoles, 5 de marzo de 2008

MI "CHIKI-CHIKI"

De "El Listo" Cómics(clic sobre imagen para ampliar)

Me está enganchando esto de los mocos, las banderitas y las madres desconfiadas. Las tres horas más felices del día para mí, son sin duda las que paso en la consulta con el DrP. Estoy recuperando todas esas cositas que perdí el día que dejé de ser un crío, como chocar los 5, pedorretas en la barriga, cúcú trás trás, creer que tengo superpoderes o reducir mi refinado humor al básico caca, culo, pedo, pis. Y cuando más tiempo pasa, más me doy cuenta de lo idiotas que nos hacemos cuando nos hacemos mayores. Perdemos la capacidad para ilusionarnos, la proximidad y la amistad absoluta e incondicional. Todo se va volviendo turbio y lejano. Salvo con el equipo, que uno puede volver a la preadolescencia cuando le venga en gana, porque todos sabemos que siendo simples somos más felices. Así, saberse "el chiki-chiki" se convierte en un punto a favor y no en un hándicap social:



Estoy viendo también el lado más duro de la medicina. Casos de MT, madres agobiadas por hijos con enfermedades crónicas o síndrome de Down, chicos con síndrome de Down que batallan para no ser explorados o madres que no quieren ver a sus hijos como son. Esta mañana, me ví sentado en la otra silla, con siete años. Cuando tenía siete años no tenía muchos amigos en el colegio porque mis mejores amigos de preescolar, Héctor y Pablo se fueron de Salamanca porque trasladaron a sus padres. Además era gordito y muy pasota en clase porque me aburría un montón( yo ya leía y sumaba antes de primero de primaria) y me dedicaba a ser el payaso de la clase( hay cosas que nunca cambian). Así que era un poco el hazmerreir de la clase y eso me producía tristeza. Por ello me hice amigo siempre de los marginados de la clase. Hoy había un chico de siete años con hipoacusia. Su madre no quería ponerle el implante coclear porque se reirían de él en el colegio. El DrP le dió un discurso sobre lo importante que era para no limitar su capacidad intelectual y aprovechar su potencial al máximo. La madre aceptaba a regañadientes. Yo, que soy muy metomeentodo, dije "mire, dentro de diez años cuando sea ingeniero se le habrán olvidado las burlas del colegio y será alguien con una personalidad mucho más reforzada" y como colofón, "además, podrás presumir ante tus compañeros de tener superpoderes, superoídos, como el sentido arácnido de Spiderman". Todos se echaron a reir y el muchacho se quedó un poco más convencido, había convertido su problema en una ventaja. El DrP no me dijo si había hecho bien o no metiéndome, y como suelo ser bastante metepatas me quedé con cara de circunstancias, pero sé que hice bien. Los niños pueden ser muy crueles con los que son diferentes, y los adolescentes más, pero no hay nada peor que unos padres que refuerzan la autoestima de sus hijos. Hasta que el tiempo pasa y los diferentes le dan la vuelta a la tortilla.

Cuando era un adolescente, nunca desperdiciaba la oportunidad de decirle a una chica que me gustaba, y me iba muy bien con esa política. Ahora me lo pienso demasiado y pierdo oportunidades de oro, porque los errores del pasado me han condicionado. Cuando era un crío no me importaba cagarla en un examen, y cuando era adolescente era un asiduo a los exámenes de recuperación. No me importaba, no tenía ese ansia de superación que tengo ahora que me hace autocuestionarme y verme desde puntos de vista que no merezco. Todas esas exigencias que vienen con la madurez, que tapan la capacidad para disfrutar que tenía antes, son como un gran tumor del glomus carotídeo, que impide a la sangre llegar a mi coco y cada día crecen con los tropiezos.

Quizás, la infancia no sea tan bonita, ni la madurez tan mala y lo malo sea vivir en los extremos. El otro día Pt se subía por las mesas, H siempre tiene humor de niño chico e incluso se pelea de broma, cual preadolescente, con RD. Yo por mi parte tengo el rugby, con el barro, con los golpes, con los chistes fáciles, los cantos regionales, las collejas...Quizás la clave esté en crecer sin perder la capacidad para disfrutar de las cosas que nos hacían felices. En no amargarse por todo eso que pasa que nos destruye poco a poco. Toda la carcoma de los estudios, la soledad, las responsabilidades, las oportunidades perdidas para siempre...A lo mejor necesito a alguien que me diga que voy a tener superpoderes.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

La carcoma, qué buena imagen. Si te consuela, a todos nos pasa un poco: yo tengo épocas que me siento la puta ama del caso clínico, y épocas en que todo me mina la autoestima poco a poco.
Ah, ¿y qué tiene de malo el chiki-chiki???

Inma dijo...

Ultimamente pienso mucho en cuanto y como se madura. Tengo 44 años, empecé comprando unas casas de muñecas, después seguí coleccionando unos comics q leía con 13 años y la apoteosis es mi colección de muñecas.
Creo q soy una mujer madura y reponsable pero no quiero perder ese sentido de la diversión. Se puede jugar a cualquier edad.

W. dijo...

...y quien ha dicho q no tienes superpoderes?

Zitrone dijo...

A mí ya me conoces, en ocasiones me río descontroladamente por tonterías ("Mamá, pipí", y la adelanté por el pasillo; por cierto, tengo un chiste químico buenísimo en la manga) y otras en cambio soy una chica triste.
... Es verdad que con la edad solemos degenerar las cosas tan útiles de nuestra infancia, como el humor simple, la despreocupación o el no importarnos el qué dirán.
Pero yo creo que tú conservas gran parte de esas cualidades; de esos superpoderes. De verdad.
Besicos de limón

Scarlett dijo...

Lo que le faltaba a mi nostalgia... Pero es verdad, los mayores somos unos amargados yo quiero volver a tener 5 añitos y creer aun en los Reyes Magos.

Mj dijo...

(W. me ha pisado el comentario)

Aparte, pienso que los niños de la edad de tu paciente ( porque es TU paciente)necesitaria a alguien que les dijera que todo pasa, que al final, como dijo el sabio "ni lo peor fue tan malo cuando pasó". Pero no, los padres siguen comportándose como si la cosa no fuera con ellos, sus hijos son perfectos y punto, no vaya a ser que se les eche la culpa. Una de las principales razones por las que una no haría pediatria jamás es por los padres. Porque no me aguanto. Porque una vez aplaudí a mi tutora de prácticas que insultó a la cara a una "madre" que sólo iba a ver a su bebé de 3 semanas con Síndrome de Edwards el día que iba la asistente de la Junta para hacer el paripé y recibir una subvención.

Nebulina dijo...

w nos ha pisado el comentario a todos¬¬

Un beso